Mi coraza se está resquebrajando, casi hasta el punto de romperse, lo siento en ésta respiración entrecortada, éste pánico a quedarme al descubierto, ésta cruel cobardía que camuflo con dosis contrarías a ella. Valentía "momentánea".
¿Valiente? ¿yo?
Sí, puede que lo haya sido, pero solo esos interminables treinta minutos que he tardado en escribirle: "siento que debo arriesgarme contigo"
Vale, ¡ahora si la he jodido!
¿He dicho arriesgarme?
Vale, desde el principio...
Apareció y puedo decir que ha descolocado todo, mi vida no tenía ni tiene orden, pero mire donde mire, escuche lo que escuche, está él.
Recuerdo muy bien el día que nos encontramos, difícil de olvidar... ¡Maldito Leiva y sus concursos! Abril del 2014...
De todos los vídeos, el suyo.
De todos los vídeos el mío.
¿Destino? Sigue sorprendiéndome a día de hoy lo absolutamente genial que fue encontrarle allí. Una bella casualidad, de las que una no quiere escapar.
Abrimos demasiadas puertas, que posteriormente íbamos cerrando cuando nos dejábamos pasar. Empezamos a conocernos, pero nunca personalmente. Aun así me quedé prendada, lo suficiente como para saber que si no le veía, no llegaría a conocer algo tan jodidamente perfecto y peligroso, como seguramente sea la sensación que deja cuando él, rodea con sus brazos por primera vez. Como el olor a hogar, como el fuego desprendiendo calor en días fríos y ¡cuidado! quemaduras si te acercas más de la cuenta.
Más de una vez dijo que no, dijimos que no. Dijimos que jamás llegaría a funcionar, que lo dejásemos estar... y finalmente le evité y él también a mi, durante lo que se me hizo una maldita eternidad.
Pero, siempre volvíamos. No se con qué excusas, lo cierto es que nos servía desde una canción, a un simple sueño o un concierto. Y ahí estábamos, hablando, como si no hubiese pasado el tiempo... de cuanto queríamos que sucediese nuestro encuentro.
"Como dinamita en una fuga de gas", para poder arder juntos.
Lo cierto es que me acordé de él casi todos los días en los que no hubo un mensaje de "buenos días" como solía ser aún cuando ni siquiera había amanecido.
La ultima vez, creo que fueron veintinueve días sin leerle o escucharle.
No quiero no saber de él, no quiero que pasen los días y sigamos sin vernos.
Es una maldita locura, un erizo, música, peligro, desorden, ternura... toda una aventura.
Si me pidiese que le sacase de allí, no me lo pensaría.
Le destrozó la coraza a la tortuga con una palabra de tres letras: VEN.
Ahora, ya puede ver tras ella.
¿Valiente? ¿yo?
Sí, puede que lo haya sido, pero solo esos interminables treinta minutos que he tardado en escribirle: "siento que debo arriesgarme contigo"
Vale, ¡ahora si la he jodido!
¿He dicho arriesgarme?
Vale, desde el principio...
Apareció y puedo decir que ha descolocado todo, mi vida no tenía ni tiene orden, pero mire donde mire, escuche lo que escuche, está él.
Recuerdo muy bien el día que nos encontramos, difícil de olvidar... ¡Maldito Leiva y sus concursos! Abril del 2014...
De todos los vídeos, el suyo.
De todos los vídeos el mío.
¿Destino? Sigue sorprendiéndome a día de hoy lo absolutamente genial que fue encontrarle allí. Una bella casualidad, de las que una no quiere escapar.
Abrimos demasiadas puertas, que posteriormente íbamos cerrando cuando nos dejábamos pasar. Empezamos a conocernos, pero nunca personalmente. Aun así me quedé prendada, lo suficiente como para saber que si no le veía, no llegaría a conocer algo tan jodidamente perfecto y peligroso, como seguramente sea la sensación que deja cuando él, rodea con sus brazos por primera vez. Como el olor a hogar, como el fuego desprendiendo calor en días fríos y ¡cuidado! quemaduras si te acercas más de la cuenta.
Más de una vez dijo que no, dijimos que no. Dijimos que jamás llegaría a funcionar, que lo dejásemos estar... y finalmente le evité y él también a mi, durante lo que se me hizo una maldita eternidad.
Pero, siempre volvíamos. No se con qué excusas, lo cierto es que nos servía desde una canción, a un simple sueño o un concierto. Y ahí estábamos, hablando, como si no hubiese pasado el tiempo... de cuanto queríamos que sucediese nuestro encuentro.
"Como dinamita en una fuga de gas", para poder arder juntos.
Lo cierto es que me acordé de él casi todos los días en los que no hubo un mensaje de "buenos días" como solía ser aún cuando ni siquiera había amanecido.
La ultima vez, creo que fueron veintinueve días sin leerle o escucharle.
No quiero no saber de él, no quiero que pasen los días y sigamos sin vernos.
Es una maldita locura, un erizo, música, peligro, desorden, ternura... toda una aventura.
Si me pidiese que le sacase de allí, no me lo pensaría.
Le destrozó la coraza a la tortuga con una palabra de tres letras: VEN.
Ahora, ya puede ver tras ella.
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